Cáen estrepitosas lágrimas del cielo, dejando su existencia para unirse en la tierra.
Suspiran mientras se desplazan hacia un conjunto de revolturas sin excepción.
Palpitan al desplazarse y se desintegran al estrellarse.
Y con cada gota que muere, otra regresa al cielo en un suspiro.
Mack Asaga – 2009 06 22 L