El sillón rojo.

Te imagino bailando en la sala de tu departamento, ese penthouse que tantas veces he visitado. Muchas veces tuve la oportunidad de ver tu cintura moverse al ritmo de una especial y melodiosa música imaginaria, creabas los pasos al sentir ese candor dentro de ti. No bailas demencialmente, no tienes ese lujurioso placer en exitar a los demás, sólo bailas para ti, es lo que me gusta de ti, brincas y festejas la simple felicidad de ser tu, de estar libre, de pensar o querer lo que queiras sin que las demás personas hagan o crean que lo que haces está bien. Es un deleite verte bailar de esa forma como si no hubiera nadie que te viera, sólo te mueves, alimentas la imaginacón de aquellos que no te ven y sólo te imaginan bailando, en cambio yo he tenido la dicha de verte en tu departamento y disfrutar de tus movimientos.

Despiertas por la mañana pensando qué prepararte para desayunar, es un domingo soleado, las aves canturrean fuera de tu ventana, por la puerta de cristal se pueden ver las ramas de un gran árbol, y el cielo azul con dos pequeñas nubes arrastradas por el viento. Aún con tu pijama puesta, sales a la cocina a prepara un pequeño y nutritivo alimento, algo de fruta y ceral, así como jugo de naranja, pero solo un poco porque sinó tu estómago lo resentriá dado que algunas veces padeces de gastritis.

Enciendes la música y comienza el espectáculo, mientras sacas las cosas de la alacena les platicas que con su ayuda comenzarás a preparar algo para que tu puedas ser feliz, y desde ese momento comenzarán a ser parte de ti y también serán felices. Son este tipo de cosas que me agradan de ti, siempre haces que los demás también sean felices junto contigo.

Momentos después sales a la terraza bajo la sombra de aquél árbol, en ese momento ves una parvada de aves viajando al sur. No apresuras en comer tus alimentos, sino que los disfrutas para alargar el momento en que te encuentras, disfrutando de los placeres más sencillos d ela vida. La música sigue de fondo dentro de tu departamento, escuchas el timbre y te dispones a abri la peurta cuando una llamada a tu celular te distráe, soy yo queriendo entrar a tu casa.

Te saludo con un beso en la boca y me dirijo a la mesita fuera de la sala, donde momentos antes desayunabas tranquilamente con tus pensamientos, me siento en la silla y tu en mis piernas, tomas con el tenedor un pedazo de papaya y me lo das a comer, jugueteando con mis labios te hago la seña que tomes un poco de fruta de mi boca y con un pequeño mordisco partimos esa deliciosa fruta en dos al mismo timepo que compartimos un beso. Percibo el aroma de tus cabellos mientras el sol cambiándolos de color al pasar sus rayos a traves de ellos, tu piel morena brilla con el roce de mis manos, eres tersa y suave, firme y exquisita a la vez, es ahí que me doy cuenta que tu pijama es demasiado sexy para considerarse pijama, pero así eres tu, sensual hasta cuando duermes. Sin algo que me advirtiera, tomas los platos y los llevas dentro, regresas con atuendo adecuado para tomar el sol.

Llevas una loción en la mano y me pides que acerque un camastro al tiempo que destapas la botella, me la entregas para que te unte ese aceite en tu espalda y piernas, gustoso de poder masajear tus muslos como tanto te gusta acerco una silla, definitivamente no pretendías salir temprano ese domingo. Mientras te untaba las piernas me percaté de un par de lunares gemelos entre tus dos piernas, justo arriba de tus tobillos, quizá no los había visto porque los zapatos suelen ocultar esa área.

Debo confesar amada mía, que una de las primeras cosas que me encantaron de ti fueron tus pies, son bonitos, uniformes y balanceados, al igual que tus manos, extrañamente tengo esa fijación con las mujeres, sus manos y sus pies.

Mientras tomabas el sol entré a recostarme en la sala, ese sillón rojo que tienes ahí me encanta, en realidad nos encanta a todos quienes visitamos tu casa, es extraordinariamente cómodo, no supe el momento en que me quedé dormido, pero el sol ya había bajado su intensidad y el camastro donde te encontrabas recostada se encontraba vacío. Busqué a mi alrededor y no te encontré, busqué alguna nota en el refri en caso que hayas salido pero no había alguna, te encontrabas dormida en el cuardo de húespedes, cosa rara, generalmente se encuentra cerrado.

Me acerqué a ti intentando no hacer ruido, besé tu frente y me recosté a tu lado, te diste la vuelta y me abrazaste, debimos dormitar al menos un par de horas.

A media tarde despertamos hambrientos y con ganas de salir a pasear, nos bañamos juntos en esa enorme tina y recuerdo que admiraba tus curvas femeninas, sensuales y perfectas, envidiaba las gotas de agua cristalina tocando tu piel. Se acercaban las cuatro de la tarde cuando salimos de tu departamento, nos dirigimos a un pequeño restaruante-café que se encontraba a sólo un par de cuadras de tu casa, ellos habían encontrado la forma de expresar amor en unos baguettes deliciosísimos, el café americano también era bastante bueno, así que podíamos pasar horas ahí sin que nadie nos molestara en ese lugar, era casi como un oásis, nos atendían de forma excepcional. Llegó la noche como un suspiro y no sin antes pagar la cuenta, agradecimos personalmente al chef que nos atendió, era el mismo chavo con cara de amargado que llevaba trabajando en ese lugar aún más tiempo que nosotros en compañía uno del otro.

Llegamos a tu departamento y en ese mismo sillón que tan plácidamente se han dormido tus invitados hicimos el amor, junto a tí la pasión de las películas románticas es sólo un cuento de niños, tienes la excelente costumbre de saber lo que quieres y especialmente pedirlo sin decir palabra alguna, metiendo mi mano bajo tu blusa desprendí el pequeño broche que sostenía tu brassiere, con esto quedó un pequeño espacio para acariciar tus redondos senos, besaba tu lóbulo derecho mientras acariciabas mi espalda…

20110220D1428 ..:: Mack Asaga ::..